Mi marido, mis tres hijos y yo vivimos en una pequeña granja en el distrito de Kyela, a unos mil kilómetros de la capital Dar es Salaam. Antes, nuestra única fuente de ingresos era la agricultura y dependíamos completamente de la bonanza de la cosecha. Mi casa estaba en un estado lamentable y necesitaba una urgente reparación.
Fui a una reunión con un grupo de receptores de un crédito de la entidad Tujijenge y decidí pedir uno. El primero fue de 85 euros con el que monté un quiosco donde vendía comida y otros suministros para la casa. Además, recibí formación en la gestión del negocio por parte de la entidad de microfinanzas. Después de devolver mi primer préstamo recibí un segundo por un importe de 170 euros, con el cual añadí al quiosco un pequeño bar restaurante.
Gracias a los beneficios por estas actividades conseguí reparar mi casa y, lo más importante, tengo una fuente de ingresos para mi familia que no depende de la cosecha anual.