Soy madre de cinco hijos y vivo en el poblado de Imzoughen, situado en la montañosa carretera entre Marrakech y Ouarzazate. Ser analfabeta no me impide tener mucha habilidad tejiendo alfombras.
Solicité, a través del responsable de créditos de la entidad de microfinanzas INMAA, un primer préstamo de 90 euros para la compra de materias primas. Al final del cuarto mes del préstamo ya había vendido cuatro alfombras y tenía 171 euros ahorrados una vez devuelto el crédito. Con el segundo, de 181 euros, no solo compré más materias primas sino que pude abrir una tienda de alfombras y otros productos. Con un tercero, de 271 euros, convencí a mi marido para viajar a Marrakech y comprar complementos de cocina para venderlos puerta a puerta.
Con la ayuda de los microcréditos, y con ambición y capacidad para generar mis propios recursos, he conseguido mejorar en gran medida la calidad de vida de mi familia.