Mi padre era dueño de una pequeña empresa contratista en la Franja de Gaza. Era la única fuente de ingresos para la familia. Sin embargo, debido al asedio y a las difíciles condiciones económicas, tuvo que cerrar la empresa. Esta situación me obligó a abandonar la universidad.
En ese momento, acudí a FATEN y recibí el préstamo que necesitaba para comprar nuevos equipos y reimpulsar la compañía de mi padre. Cuando el negocio progresó de nuevo, pude contratar dos empleados que me ayudaran.
Finalmente, logré reanudar mis estudios universitarios y mantener a mi familia.