Abrehet Maasho

En nuestro poblado, Mai Sheka Adhana, teníamos una charca con agua estancada, de color verde, y que olía muy mal. Estaba llena de sanguijuelas que se enganchaban en las gargantas del ganado cuando bebían, y hasta una vez le pasó lo mismo a un niño. Teníamos que hacer pequeños agujeros cerca de la charca para no tener que beber de esa agua, pero aun así era muy desagradable. 

Gracias al proyecto pudimos construir un nuevo pozo en nuestro propio poblado. Es un alivio poder tener agua potable en el pueblo y ya no tenemos que estar medio día para ir a buscar agua.

Ahora tengo mucho más tiempo para cuidar de mis padres. Aunque lo mejor de todo es que ya no vamos a tener que beber agua sucia y estancada. Estoy muy contenta y el agua de que ahora disponemos, además estar muy limpia, ¡sabe tan bien!