Mi tutora enviudó al morir su marido en el genocidio de 1994. Es hija de una madre soltera que también falleció en el conflicto. Mi padre nunca me ha reconocido como su hija legítima y por eso pasé a estar bajo tutela de otra familia. Vivo con cuatro chicos más.
Estoy muy agradecida a mi padrino por su contribución. Supone un gran beneficio para las jóvenes que, como yo, estamos en una situación de pobreza extrema. Sobrevivo pero, sobre todo, ahora vivo.